La provincia de Limón en Costa Rica, es la que baña sus tierras con el Mar Caribe. Tiene una historia forjada por los viajes de Cristóbal Colón y otros viajeros del mar. Su población es originaria de cruces de inmigrantes de África y países de las Antillas. Los mismos que se cruzaron con asiáticos que se trajeron para construir el primer ferrocarril, y también con las otras étnias ya establecidas en el resto de país. No obstante su mayor población es de raza negra.
Limón destaca además del hermoso brillo de su tono de piel, por su idioma. Aunque en Costa Rica el oficial es español, en esta provincia se maneja el inglés y en forma criolla el Patois, patuá o patwa como también se puede escribir. Como la gran mayoría de las lenguas criollas, surge del pidgin que se creó entre el inglés y lenguas africanas. Tiene también influencia del francés y del español.
Un elemento fundamental de Limón es su comida, exótica y condimentada, sabrosa por sus raíces afro costarricenses que le dan un toque especial a cada platillo, una combinación de sabores con el uso del coco y el chile picante (estilo panameño), que transporta al comensal a escenarios como las sabanas africanas y al tiempo, al calor de las costas atlánticas.
Además de platos salados también se encuentran una buena lista de recetas dulces, repostería y postres. Una de ellas son unas empanaditas llamadas (aquí viene el detalle) Plantain tate. Leí su receta en una revista con el nombre de planting thate, consulté una web de cocina limonense, donde se presenta como Plantaint tarte, lo leí en un blog como plantitá, y según logré conversar con amigos de Limón, es un término construido del patois, por lo cual es más difícil de escribir que de pronunciar. Otros entendidos en la materia también me informan que se le llama "maketelyu" a este dialecto. Bueno, luego de haber preparado la receta, me es más fácil seguir comiendo de esto indistintamente de cómo se escriba. Son deliciosas, tan solo vean:
Necesitamos de una pasta de harina y un relleno de plátanos maduros. El relleno es lo especial. Se cocinan unos 3 plátanos maduros en agua y una cucharada de azúcar. Que queden al dente, no muy cocidos. Se escurren, y se majan para convertirlo en puré. Se le incorpora unas 2 cucharadas de azúcar, chorrito de vainilla, y unas 6 gotas de colorante rojo natural (para repostería), incluso se le puede poner una pizca de sirope de kola rojo, pero lo importante es que no quede la masa muy líquida, sino más bien sólida para usar de relleno.
La pasta se logra combinando 1 taza de harina, 1 cucharadita de polvo de hornear, ½ de sal, 1/2 barra de mantequilla (60 grs) y se une incorporando pocos de agua fría, hasta lograr una masa manejable. Esta se cubre con papel plástico y se refrigera unos 30 minutos. Luego se estira con rodillo sobre una superficie con harina, se forman círculos o bien, se trabaja directamente haciendo bolitas, las cuales se aplastan y se forman círculos. (Así las hice yo). Estas cantidades generan una docena de empanaditas.
Rellenamos los círculos de la pasta, se cierran en medias lunas, se sellan majando con un tenedor y se colocan en bandeja engrasada. Se ponen en horno precalentado y en tan solo 15 minutos está listas para comerse.
No hay que esperar a que doren. La pasta se cocina rápido. Apenas se dejan enfriar y ya se pueden comer. Fresquitas la pasta es crocante y su relleno aun tibio es exquisito.