miércoles, 22 de mayo de 2019

té en leche


Era una tarde fría, acompañé a mi Madre de visita a la casa de una señora amiga de la familia.
Después de un rato de conversada en la sala, nos ofrecieron algo de tomar. A la mesa del comedor pasamos. Pan cuadrado, ligeramente tostado, con unos chorritos de leche condensada dieron luz a mis ojos!

Pero, la mayor emoción la sentí cuando me pusieron una taza de leche algo teñida. Un sobrecito con una cuerda y tarjeta de papel que caía a un lado!
En mi casa se tomaba café y "bebida" (que así le decían a la aguadulce). Negro o con leche. Pero aquella presentación era nueva para mi que apenas entraba a la escuela. El sabor sorprendente. Una mágica espumita y la curiosidad de ver la bolsa dentro. Que inocencia la mía! Descubrí el Té! si señores!

Para la época se vendían en sobre sueltos en las pulperías. No era una bebida tradicional en mis tiempos. Ya luego me encargué que trajeran uno en el "diario" para la casa. Así quedó como uno de los hermosos recuerdos gastronómicos de mi infancia. Y es que el Té "en" leche tiene su magia, cuando se empieza a calentar le leche en una ollita con una mínina porción de agua. Y el sobre de té desde el inicio. A fuego medio bajo, que el té vaya soltando y atento con cuchara de madera para que no "suba" la leche y se impregne del sabor!.


Allá si quiere ponerle un clavito de olor, o astilla de canela mientras todo se calienta. Hoy, en estas tardes lluviosas me volví a antojar. Me dí la tarea a recordar!

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