miércoles, 20 de agosto de 2014

arroz al chile

Al añadir chiles picantes a las comidas no solo otorga un extra de sabor al plato, buscando que no sea tan simple, insípido, sino que también busca el combinar y resaltar los sabores de otros ingredientes. En la cocina caribeña sucede mucho, el combinar el coco, el tomillo y el chile picante. Es importante saber que el chile tiene un alto contenido en vitaminas A y C, hierro y magnesio, junto con ciertos poderes curativos.

Una de las pocas variedades de chile (pimiento – pimentón) picante que se consume en Costa Rica es el chile llamado “panameño”. No se tiene un registro exacto del porqué de su nombre, pues en Panamá más bien se le conoce como Aji Chombo.  Este chile puede ser identificado como el chile “habanero” (pepper mash) y bajo término científico como “Capsicum chínense”. Está considerado como uno de los más picantes, considerando que estando abierto y sus semillas elevan el grado de picante.



Añadirlos enteros entre sopas, caldos, salsas y otras preparaciones, suministra un aroma y suave sabor. Así es como nace esta simple idea, que les comparto de arroz picante. Prepare el arroz como tradicionalmente lo hace. Ya sea en olla convencional, en arrocera o en cocina de leña. Sofría una cebolla en aceite, añada el arroz y mueva a tostar un poquito. Agregue agua o caldo, sal o condimento, culantro picado, rama de apio entera y finalmente 1 o 2 chiles panameños enteros. Deje que se cocine y reviente el arroz. Antes de mezclar para soltar el mismo, retire los chiles.


El sabor del arroz será distinto y el picor no será extremo. Si más bien lo quiere más picante, punce previamente un par de veces el chile antes de añadirlo. Asi de simple, el arroz para acompañar cualquier otra comida, le dará un gustico muy bueno.

martes, 19 de agosto de 2014

sopa de guineos de Doña Rosa

Son chiquiticos sí, pero muy nutritivos los ricos guineos. Una variedad de plátano, que se produce mucho en Costa Rica y que se sirve en nuestras mesas de diferentes formas. Desde un puré, añadido en caldo de frijol,  hervido y hecho ensalada, en rollos con atún y enteros entre la sopa. 
 De lo bonito de interactuar en las redes sociales, está la gente especial que comparte sus recetas y hasta me envía sus fotografías. Doña Rosa María Sanabria, nos comparte esta receta de sopa de guineo muy propia, que combinando pocos ingredientes termina un plato nutritivo y sabroso.

Las proporciones que me cuenta, uno las puede personalizar, pero aquí le cuento como ella misma dice, sin cantidades exactas de ingredientes, ni para cuántos comensales. Pero gasta todo un racimo de guineos tiernos, un buen poco de huevos duros y muchos olores (especias). Con eso hace 2 ollas, invita a la gente, llegan, comen, repiten y hasta pueden llevar un poquito si gustan.


Yo la hice para probar y no quedarme solo con las fotos y la historia, con una manita de guineos (unos 10), 3 huevos duros y el mínimo de especias (1 cebolla, 1 chile dulce, 2 tomates, apio, culantro). Las fotografías son crédito de Doña Rosa que tomó a todo su proceso. Luego les comparto mi resultado. 

Se empieza por pelar y partir en tajadas los guineos. Se fríen en aceite de inmediato, dorando por ambos lados y se escurre en papel servilleta. Cocine los huevos en agua hirviendo hasta estar duros. Enfríe, pélelos y pique de forma gruesa.
Aparte se licuan las especias y tomate. Esto se cocina como una salsa y se condimenta con sal y salsa tipo inglesa. Luego se pone a hervir media olla de agua con un vaso de leche, cuando está hirviendo se va incorporando todo lo preparado, comenzando por los guineos, huevos y la salsa. Se deja hervir bien para que se unan los sabores.  Está listo para servir y disfrutar de una sopita nutritiva y diferente. 

martes, 12 de agosto de 2014

cáscaras de naranja azucaradas

En la variedad está el gusto y en la cocina reinan las diferencias. Algunos prefieren los dulces muy dulces y para otros que apenas se sienta. Lo mismo pasa con el sabor propio amargo de algunos ingredientes,  donde se crean técnicas para reducir su nivel y otros por el contrario lo mantienen para disfrutar justamente a lo que saben. En cuestión de frutas y postres en lo personal a mí sí me gusta sentir ese “amarguito” como la toronja, la naranja, así como la acidez de los cítricos; máxime si se combina con dulce y gana punto en su presentación.

La naranja como fruta es de las más versátiles y su jugo es aplicado en múltiples recetas, tanto dulces como saladas, en postres, en carnes, en repostería y salsas. Aprovechar las cáscaras parece una costumbre de años en muchos países. Aquí les comparto esta receta que me compartiera Ivannia Balma, quien también disfruta mucho de experimentar en la cocina y complementa el repertorio de mi blog.

Disponga de varias naranjas, maduras y firmes, que estén sanas. Se lavan bien con agua y un cepillo. Pélelas en el sentido de gajos, eliminando la parte blanca (que es la más amarga). Se introducen en una olla con agua suficiente y se deja hervir unos 5 minutos. Se pasan por colador para eliminar el agua. Se repite este paso 1 o 2 veces según sea su tolerancia al amargo. PERO considere que si se hierve mucho se suavizan demasiado y no funciona para la receta.
Luego se dejan enfriar las cascaritas. Lo conveniente es pesarlas y usar esa misma cantidad de azúcar y la mitad en agua para elaborar un almíbar. O bien usar 2 tazas de azúcar y 1 de agua. Se deja hervir y se añaden las cáscaras. De aquí tan solo es “chinearlas” a fuego medio hasta que el almíbar casi haya secado.

Se pasan con cuidado una a una sobre papel encerado y cuando están frías y secas, se bañan con azúcar blanca granulada. Así pueden conservarse en un recipiente de vidrio y tapa.
Otra opción es partir en láminas (lo más fino que pueda) las naranjas. Usar el mismo procedimiento de hervirlas al menos una vez, escurrirlas y luego incorporarlas en el almíbar de azúcar. Aquí se disfruta aún más la textura de la cáscara con la suavidad de la parte interna. 

domingo, 10 de agosto de 2014

pan de plátano maduro

Los plátanos maduros en la mesa de los Costarricenses, siempre son grandes aliados y esta vez se los ofrezco servidos como pan. Requiere 3 plátanos bien maduros, 4 huevos, 1 taza de azúcar, 1 barra de mantequilla (120gr), 3 tazas de harina, 2 cucharaditas de polvo de hornear (royal), ½ taza de dulce de leche (o leche condensada), 1 taza de jugo de naranja, 1 cucharadas de cacao en polvo, ½ taza de leche en polvo, ½ taza de agua, vainilla y canela al gusto. 
Pele y maje en puré los plátanos. Añada el jugo de naranja (opcionalmente puede añadir también 1 onza de ron oscuro),  la vainilla, canela, dulce de leche, chocolate. Mezcle que se unan bien los ingredientes. Precaliente el horno a temperatura media.

En un tazón batir la mantequilla con el azúcar hasta que tenga una consistencia cremosa. Añada los huevos, uno a la vez. Seguido vaya incorporando alternamente la harina cernida con el royal y cucharones de la mezcla de plátano. La consistencia no debe quedar muy seca, ni tampoco demasiado acuosa, por lo que si es necesario añada la leche en polvo disuelta en el agua. O bien añada un poquito más de harina para equilibrar. Si le gusta el coco puede añadir también 1/2 taza de coco rallado al integrar los ingredientes secos. 

Vierta la  preparación en uno o dos moldes, engrasados con mantequilla y enharinados. Hornee a 350°F/180°C por unos 30 minutos, hasta que dore y compruebe que el centro esté cocinado. Retire del horno y deje enfriar para desmoldar. 
A diferencia del pan de banano, esta versión se luce más cremosa y con un aroma muy propio.